Recuerdo este colmado
Ahmed salió de su portal y a escasos cuarenta metros, alzó la persiana de la tienda y comenzó a colocar las cajas de frutas y verduras que le descargaron al alba y lo hizo en una suerte de liturgia. La parte inferior con paneles verticales, ahí cuatro cajas: una con limas y limones, de amarillo, otra con las naranjas, una más con albaricoques, de tono salmonado, también las ciruelas purpurinas y las uvas que comienzan a enverar. En el centro, el rojo de los tomates y los blancos de las hortalizas. Aunque el sol no apuntaba todavía, Ahmed cubrió todo este mosaico cromático con un toldo a rayas verticales azules y amarillas. Recuerdo este colmado, está al final del pasaje, junto a la estación de metro. Ahmed es un hombre de mediana edad, algo mayor que Bebo, o así se lo parece. Viste un pantalón vaquero muy desgastado, una camisa estampada en tonos vino y verde botella, con arabescos y una bata gris sin botones aunque sí con ojales. Todavía desprende cierta elegancia