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El dulce Benny

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El dulce Benny Aquella mañana Pablo abandonó muy temprano la casa. Su mujer pasó hasta el mediodía enfrascada en sus tareas domésticas y preparando la comida. Pero empezó a ponerse nerviosa cuando miró el reloj. Eran las tres de la tarde y Pablo no había regresado aún. No le había oído marchar por la mañana. Le resultó muy extraño sobre todo que no se hubiera llevado a Benny, el dulce suicida c avalier king Charles , bicolor fuego oscuro y blanco, con el que convivían desde hacía años. El perro dormía plácidamente a los pies de la cama, del lado de Pablo. Asustada, Carmen me llamó a mí y a varios amigos y familiares, pero nadie sabía nada de su marido.    Por fin, decidió llamar a la policía, hospitales y a otros lugares a los que solía acudir. Ni rastro. Tanto trajín despertó a Benny, e inexplicablemente, comenzó a gemir, a dar vueltas sobre Carmen para llamar su atención, ladraba con un extraño timbre que más parecía un llanto desesperado. "Hasta los ojillos se le nublar

El camarero y el bloc de anillas

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El camarero y el bloc de anillas Para cuando los bomberos irrumpieron en la planta principal del Hotel W, se vislumbraban ya las primeras luces en la silueta del paseo. Algunos clientes se movían   extrañados por la terraza en pequeños grupos. El camarero Eduardo Llanos fue testigo de los hechos cuando la víctima se desplomó junto a él y le cayó tan cerca, que ya nunca olvidará la mueca de su rostro. El hotel se sitúa de forma perpendicular al muelle. Su fachada es de vidrio reflectante, lo que le permite cambiar de color en función de la hora del día y de la intensidad de la luz que lo envuelva. Así, nos puede resultar agrisado en mañanas despejadas, ahumado entre la niebla del amanecer y otras veces, bebe del azul metálico, en plena calima.   Para el exterior del rascacielos de veintiséis pisos se ha delimitado su perfil con una línea blanca de ledes en la alzada que dibujan la forma de vela y le confieren un perfil de buque misterioso siempre a punto de zarpar.

Hoy he visto a Juan Villoro

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Hoy ya es ayer; o mejor, hoy será un día de este ya casi olvidado verano.   Había pasado toda la mañana en la Biblioteca de Catalunya intentando poner al día el correo, atrapar la inspiración y terminar la propuesta de trabajo del taller: escribir un artículo sobre el futuro del libro y el escritor. Cuando volvía a casa en moto, en el cruce entre la calle Consell de Cent y Roger de Llúria , vi a Juan Villoro, el escritor . En un primer momento casi lo atropello porque perdí el control de la moto por unos segundos. Además, casi provoco un accidente porque ante mi asombro, giré peligrosamente la cabeza hacia él para asegurarme de que aquella era la barba de Juan.   Estuve a punto de llamarle, de gritar Juan, Juan; pero de nuevo doña timidez   me enmudeció y me condujo a tirones calle arriba. El escritor, ajeno a todo, alcanzó impasible el otro extremo de la cebra. Vestía felizmente una camisa de flores sobre camiseta y portaba una bolsa de la librería La Central en la mano.

Anatomía de la gente silenciosa

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    El taxi llega al cruce de la calle de Aribau con la de Laforja y el escritor de voz familiar se despide como si de su propio doble se tratara y con las ganas de haberle dedicado su libro con una amable sonrisa. Mario se siente ahora liberado. La verdad es que prefiere al pasaje más callado, a las personas silenciosas, que se sientan, les viene grande apenas saludar y bajan la mirada para indicar la dirección. Sea el trayecto corto o largo, ya no vuelven a hablar hasta que llegan al destino; aunque también suben los charlatanes, que a la mínima te explican todas las enfermedades de la familia o las desgracias más sabrosas de contar. Y es que, están los suspiradores, los que ronronean como él durante todo el trayecto, los transparentes, los que te ponen la mano delante para recoger un cambio de céntimos, los invisibles, los que teclean en su teléfono móvil sin parar, los eternamente enojados, los que te ignoran… Cuando el cliente es de los que no hablan, practica enton
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YO ERA PROFESOR    “Yo era profesor, mi trabajo consistía en demostrar hasta qué punto la relación con lo real afecta a nuestra relación con los demás, nuestra relación con nosotros mismos, con nuestros pensamientos, con nuestra dignidad o con la falta de ella”.   Jean Starobinski (Ginebra, 1920), filósofo y crítico cultural.     Los alumnos tienen siempre las manos blandas, la cara aniñada, los ojos llenos de inquietud, en guardia y sus miradas siempre escudriñan, serpentean, buscan a los otros y al profesor. Proceso inverso.   Mientras yo cumplo inexorablemente un año más, los alumnos se parecen siempre al eterno adolescente, siempre de nuevo trece, catorce, acaso dieciocho años. Sus padres, de repente, rejuvenecen hasta convertirme yo en su hermana mayor y mis compañeros resultan con el tiempo más familiares, más cercanos, más cómplices. La imagen me trae a la mente la obra de Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray. En este caso el cuadro no soy

Diálogos, 3. Javier Marías/ Domingo Ródenas

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3. Javier Marías/ Domingo Ródenas Con motivo de la conmemoración de los cuarenta años de vida literaria de Javier Marías con la reedición de su primera obra, Los dominios del lobo (1971-2011), se celebra un encuentro en la UPF entre el escritor y el profesor de literatura, Domingo Ródenas. Marías cumple cuarenta años de vida literaria y es otro “hacedor” de estilo literario.  Concibe la literatura como un todo que proyecta en sus novelas, desde la mente que las narra y las piensa. No importa el argumento, la trama se reduce a una mínima expresión y es la voz que cuenta la que inunda los capítulos y rebosa en digresiones. Es un estilo que en este diálogo Domingo Ródenas califica como hipnótico, magnético. El propio Javier Marías explica la importancia que tiene la voz que cuenta, de la dificultad de contar. Toda la parte digresiva es técnica de Laurence Sterne, (no olvidemos que Marías es el excelente traductor del Tristam Shandy ) y en ocasiones, las digresiones so

Diálogos, 2. A. Fernández Mallo/ María Kodama/ Javier Calvo

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2.  A. Fernández Mallo/ María Kodama/ J. Calvo. De la originalidad  Otoño 2011. La entrega de premios de Cosecha Eñe tiene lugar el sábado por la tarde, en el Cículo de Bellas Artes. Los diez finalistas son presentados por la directora de la revista y entrega el galardón Fernández Mallo, ganador de la última edición. El laureado es otro autor del grupo Nocilla , Javier Calvo, quien tras recibir el premio realiza una performance a dos voces con su relato, de título Nínive , realmente original. Calvo tiene ya varios libros publicados y en breve sale al mercado su novela El jardín colgante , un delirio sobre los años de la transición política. En el viaje de vuelta a Barcelona, coincidimos en el AVE, nos cruzamos en el pasillo que lleva a la cafetería del último vagón. Intento acercarme a hablar con él y felicitarle por su premio, lo intento   antes y después de tomarme el café pero se pasa el trayecto apoyado en una ventana y hablando por el teléfono móvil.   Por la ma