Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Medardo Fraile

Medardo Fraile. Cuentos de verdad

Imagen
Medardo Fraile 1925-2013, escritor de la generación de los 50, la de Sánchez Ferlosio y Martín Gaite. Gran cuentista, definía el cuento como “un puñetazo lleno de realidad posible”. Es una lectura que impresiona como en ocasiones la realidad lo hace. Son cuentos que te dejan hipnotizado, algunos de ellos muy cortitos, con un lenguaje extremadamente cuidado, la palabra escogida, “la voz definitiva mil veces repensada”. En algunos no pasa nada, o aparentemente. Son muy buenos:  Ojos inquietos, El álbum, El caramelo de limón.  Me propuse leer más títulos de su obra y también indagar en su teoría sobre el cuento, en su poética. Es muy amigo de la naturalidad y la sencillez, pero a la vez, con un uso exquisito de la lengua.  Utiliza todos los recursos de la narración: el monólogo, el diálogo, la primera persona, el narrador omnisciente, el narrador testigo dentro y fuera del relato. Son magistrales sus ideas sobre el cuento como género, sobre su doble mensaje: lo expresado más l

A Coruña III. Xan Arias. De la Literatura.

Imagen
A Coruña La siguiente entrevista iba a ser la última de toda la serie, con un editor reconocido por su seriedad, Xan Arias, de Editorial Trifolium.   “ Es la mesa del fondo, a la izquierda”, me indicó a media voz la coordinadora, “ tienes unos veinte minutos.”   Me acerqué con toda mi timidez a cuestas, pero sucedió que la entrevista   fue mudando hasta quedarse en una entrañable charla sobre literatura y se devoró en un soplo los veinte primeros minutos concedidos. Se había leído tres de los cuentos porque le había llegado el manuscrito esa misma mañana y los dos primeros le habían   encantado. Del tercero,  Historias del Evelyn  me comentó su sorpresa por el tratamiento de la voz del narrador, que escondía   errores “buscados” de redacción. Me explicó entonces que él tiene siempre en cuenta tres aspectos: el lenguaje, la estructura y lo novedoso que pueda aparecer en lo narrado. Dice que las sensaciones no las debe dar el narrador, sino que las tiene que sentir el lector él