El sueño del caballero


La vida es sueño. Calderón de la Barca

El gran teatro del mundo
Calderón de la Barca y el drama barroco
Andreu Jaume



Última sesión. La sala casi vacía aunque siguen entrando algunas personas. Lo cierto es que hace una tarde desapacible, algo fría y triste. Las mujeres que venimos solas formamos islas flotantes sobre el suelo de tarima. No sé por qué escribo aquí y ahora, para llenar la espera hasta que dé comienzo la charla.
Buenas tardes. 
Hoy concluimos este ciclo de ponencias con una reflexión sobre Calderón de la Barca y una contemplación: el cuadro de Antonio de Pereda, El sueño del caballero o Desengaño del mundo, sobre la vanidad del mundo que nos llena de bienes efímeros. Es uno de los cuadros más representativos del Barroco: el ángel recordando la vanidad, la evanescencia, la nada. Recuerda al caballero rico que sus pertenencias son una ilusión.

Es Calderón de la Barca “el de más altura de todo aquel teatro europeo”, según Walter Benjamin. En La vida es sueño, en palabras del propio Benjamin, es el monólogo, la reflexión, (algo equiparable a la voluta en la arquitectura) lo esencial, lo que da desarrollo y consistencia a los personajes. Es el momento en que el personaje huye de su destino. En la historia de Segismundo se da la restauración de un orden, alterado al principio, y que debe pasar por una expiación. Hay un tránsito de la violencia a la prudencia, de lo salvaje a lo civilizado. 

“Más sea verdad o sueño / obrar bien es lo que importa; / si fuera verdad, por serlo; / si no, por ganar amigos / para cuando despertemos”.

Segismundo es el hombre bruto que debe pasar por una serie de pruebas. Los monólogos sirven de remansos. Va descubriéndose a sí mismo y va conformando su nueva identidad.

Todo el drama barroco español pasa por el prisma de la muerte y de la redención cristiana, a diferencia de las obras de Shakespeare, cuyos personajes averiguan la afirmación de la vida terrenal.

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