Las Novelas Ejemplares de Cervantes

Gonzalo Pontón

CCCB
Institut d´Humanitats de Barcelona

Cervantes es un "re-escritor". Tuvo una relación muy especial con la escritura. Cada vez que el azar ha permitido conservar estados de redacción de alguno de sus textos, queda patente el cambio, el retoque, la re-escritura. En ninguna otra de sus obras se pone tan de manifiesto este aspecto como en las Novelas Ejemplares (1613). Así, son el resultado de un largo proceso de elaboración, desde unos 20 o 25 años atrás. En la primera parte de el Quijote, aparecen varias historias independientes, relatos cortos, como por el ejemplo, El curioso impertinente, pieza corta extraída de un arcón y leída por el cura. Pues bien, en ese mismo arcón hay además otra novela, que no va a leer pero que la deja para otro momento. Esa novela lleva por título Rinconete y Cortadillo.

      El término “novela”, en los siglos XVI-XVII es percibida como italiana “novella” y se identifica con el relato corto. Cervantes lo intenta trasladar del modelo italiano como algo diferente, una obra marcada por los contrastes. Ya en el título, el adjetivo “ejemplares” es muy discutido por la crítica. Se trata de una primera ironía. Está innovando y tiene a gala ser el primero en novelar en lengua castellana. En los títulos de todas las novelas hay un juego de contrastes entre el engaño y la verdad, tema esencial en la creación cervantina: La española inglesa, La ilustre fregona, El amante liberal,...
En el prólogo a las Novelas Ejemplares, escrito probablemente durante el verano de 1612, Cervantes nos ofrece su confirmación como escritor. Es la imagen de un escritor socarrón que empieza con la afirmación de que hubiera preferido no escribirlo, y de que qué pena que no aparezca un retrato suyo. Es un juego muy habilidoso para parodiar aspectos del sistema literario de la época. Y a falta de retrato, él mismo se describe como alguien alegre, proporcionado y equilibrado. En general, alude a la condición de entretenimiento de su obra, sin ofender y dejando provecho. Quiere rehuir de la moralina y ofrecer un pasatiempo honesto e inofensivo, un espacio “de recreo” particularmente variado. Es literatura seria, pero de entretenimiento. Se autocalifica de “raro inventor”, en el sentido etimológico del término: el que descubre, el que encuentra.

    De entre las doce novelas que conforman el libro, es la última la pieza magistral: El coloquio de los perros.No presenta este título en su primera edición, sino La de los perros Cipión y Berganza. Es una novela dentro de otra, que forman una unidad. Hay un episodio en El casamiento engañoso que provoca El coloquio de los perros. Es un primer toque de genialidad. Para contar una historia increíble, (que los perros hablen), crea un marco con una condición verosímil, el delirio. Campuzano, en el hospital, durante una noche de fiebre, escucha a dos perros dialogar y transcribe los que oye. Peralta lee el coloquio y nosotros, los lectores, lo leemos con él. Los perros son figuras de ficción que se asombran de su capacidad para el habla. La primera noche es Berganza quien cuenta su vida a Cipión. Y es la vida de un pícaro, porque lo que tiene un perro son amos. Cervantes construye un modelo narrativo donde el diálogo permite la participación del receptor en el modelo de discurso. Cipión matiza, opina sobre el modo de contar.
   Los episodios de la vida de Berganza son historias de decepción, de expectativas que no se cumplen. Otros ingredientes son la ironía, la crítica social, el cruce de ficciones en un juego perfecto en torno a lo literario.



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