Cervantes y Shakespeare: Halmet y la tragedia shakespeariana.

 Miércoles, 9 de noviembre de 2016
Andreu Jaume

CCCB
Institut d´Humanitats de Barcelona

Noviembre es un buen mes para hablar de Hamlet, quizá porque a la temprana caída de la tarde se suma el súbito oscurecimiento del tono de William Shakespeare en esta tragedia. La crítica literaria heredera del romanticismo apunta que puede estar relacionado con la muerte de su hijo Hamet, a los once años de edad. Está presente el tema de las relaciones padre-hijo y además parece que el propio Shakespeare interpretó al espectro paterno en la representación de la obra.

Hamlet es la historia de una historia que no debería haber ocurrido. Es una tragedia demorada. En la conciencia del príncipe de Dinamarca laten las contradicciones entre justicia y venganza, razón y locura, destino y azar, realidad y ficción, honradez y maldad, responsabilidad y libertad.

   En las primeras escenas se concentra casi toda la obra. El primer diálogo ya demuestra la depuración del lenguaje y la técnica del control del tiempo. La historia comienza cuando unos centinelas ven el fantasma del rey muerto, llamado Hamlet como su hijo. Avisan al joven Hamlet, que está apesadumbrado porque su madre se acaba de casar con el hermano de su padre, nada más morir este. Hamlet no es un príncipe al uso, es estudioso, un intelectual melancólico; alguien que piensa, alguien que no está hecho para la acción.

Hamlet acompaña a los centinelas y el espíritu de su padre se vuelve a aparecer para hablarle. El centinela Marcelo pronuncia la célebre frase “Algo huele a podrido en Dinamarca”, preludio de lo que se va a revelar y recurrencia desde entonces que asevera la existencia de hechos ocultos censurables. Se da un reconocimiento, una anagnórisis del hijo a su padre. El espectro cuenta a su hijo la verdadera historia de su muerte: que fue envenenado por su hermano para usurparle la esposa y la corona. El encuentro se produce casi en un estado de conciencia de extraña intimidad entre ambos. En Hamlet se produce una reconciliación: “Mi destino me llama”. Pero la venganza va a ser la última orden de padre y la última que el hijo va a desobedecer.
    Hamlet empieza a comportarse extrañamente, decide hacerse el loco para vengar a su padre. Renuncia al amor de Ofelia, hija del cortesano Polonio, en favor de su misión, del mandato de su padre. Hamlet deja que el tiempo pase, está en un lugar donde no quiere estar. Quiere salir de la obra en la que habita y para ello, escribe otra. Solo puede hacer verídicas las palabras del espectro de su padre a través de la literatura.
   Unos cómicos que llegan al castillo representan a indicación de Hamlet la obra “El asesinato de Gonzago”, con algunos versos modificados para que todo encaje con el crimen de su tío y según su reacción, se confirme la revelación del fantasma. Se trata de un caso de teatro dentro del teatro. El título que da Hamlet a su versión adaptada es “La ratonera”. El rey se retira encolerizado y asustado, se pone a rezar.
     En los monólogos se expresa el carácter del personaje opuesto a su destino. Son espacios de libertad y de paz. Son la expresión del ser. Está deteniendo la rueda del destino. “El pálido reflejo del pensar”. Ha comprobado la versión del espectro, pero aun así no logra ejecutar el mandato del padre. Mata a Polonio en una acción errónea y va a ser una muerte absurda que lo cambia todo. Se altera toda la planificación de la tragedia. Él mismo se reprocha su incapacidad para la acción.



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