Volver a Hesse
¡Cómo
pasan los días! ¡Con qué velocidad se van y dejan tras de sí
apenas una vaga impresión que se diluye en pocas horas. A pesar del calor, algunas secuencias de este verano, las mejores, pasan lentamente a la categoría de recuerdos.
Hace unos días, tuvimos un encuentro de amigos en una preciosa cala de la Costa Brava, en la casa donde ha pasado mi amiga todos los veranos desde la infancia. Fue un encuentro entrañable, hablamos de libros pero también de la vida, de la familia, los hijos, las relaciones.
Hace unos días, tuvimos un encuentro de amigos en una preciosa cala de la Costa Brava, en la casa donde ha pasado mi amiga todos los veranos desde la infancia. Fue un encuentro entrañable, hablamos de libros pero también de la vida, de la familia, los hijos, las relaciones.
En cuanto a los
libros, el protagonista absoluto fue Herman Hesse, con su El lobo
estepario, leído casi
compulsivamente por mi amiga. Y es que ella vive las lecturas, o
mejor, las habita. Se queda un tiempo a vivir en los libros cuando
los lee y después de leerlos. Había encontrado una conexión muy
acertada entre Damán Lobo, el protagonista de la última novela de
Millás con Harry Haller, de Hesse. Nos contó su teoría de que
Hesse fue un visionario, que era muy “flipante” que en el año 27
alguien escribiera un pasaje donde podría estar hablando de Wikipedia
o Google. Nos leyó la frase: “..Y que todo esto, lo
mismo que hoy los primeros pasos de la radio, solo servirá al hombre
para huir de sí mismo y de su fin y para revertirse de una red cada
vez más espesa de distracción y de inútil estar ocupado.” Yo
pensé que podía tratarse también de la televisión, o de facebook..., las "redes",...
Confesó
que la novela la había enredado de nuevo entre sus páginas de tal
manera que no podía de dejar de ir hacia adelante, y de adelante
hacia atrás. Lo cierto es que mi amiga se mete en las lecturas, las
habita durante un tiempo. Y lo hace con un entusiasmo que se
contagia. Hablamos de que se trata del poder que tienen los clásicos,
de su capacidad de permanecer en el tiempo o de instalarse en
nosotros durante gran parte de la vida. Eso es lo que ha pasado con
Herman Hesse para muchos lectores de nuestra generación. Yo en su
día prometí volver a él en la madurez, releer aquellas novelas que devoré en la juventud, cuando tienes aun las
esperanzas por estrenar, y volver a ellas con los ojos de quien ya
las ha gastado. Volveré...
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