Juan Marsé, Si te dicen que caí

El arte de la novela 3
Martes, 7 de junio de 2016

Hoy Andreu Jaume nos recibe en la Sala del Teatre, un espléndido espacio para escuchar literatura con su voz cálida. Aparece con su maletín, puntual y elegante, con un tono bronceado, traje de lino y camisa azul claro... Buenas tardes.
Si te dicen que caí es una novela excepcional, la mejor de Juan Marsé. Presenta una serie de dificultades al lector, pero estas no deben disuadirnos sino al contrario, hemos de dejarnos arrollar por su ritmo narrativo.
Estamos frente a la condensación de todo el universo de Marsé, un escritor que se hallaba en pleno dominio de todos sus recursos, que había ya conquistado una forma de decir. Apunta Andreu Jaume que Marsé en esta novela dinamita el principio de realismo para ofrecer una visión caleidoscópica de la posguerra española.
En el prefacio a la nueva edición, el propio Marsé confiesa:

Escribí esta novela convencido de que no se iba a publicar jamás. Corrían los años 1968-1970, el régimen franquista parecía que iba a ser eterno y una idea obsesiva y fatalista se había apoderado de mí: la de que la censura, que aún gozaba de muy buena salud, nos iba a sobrevivir a todos.”

Si te dicen que caí es el resultado de una larga decepción. Marsé escribe para sí mismo. Habla de los primeros años de la posguerra, los años 40. Y aquí no importa el argumento, ni el diálogo con la sociedad. Escribe para dar luz a todos quienes la Historia ha engullido, para descubrir “la estafa de la memoria histórica”. Y aquí el profesor entra en una larga digresión sobre la mentira propagandística y la pervivencia del franquismo en la práctica política, incluso en la actual, y cuya prueba más feroz es la corrupción que todo lo arrasa y no deja de latir en las formas de hacer política. La novela habla de la destrucción moral del régimen.
Presenta una estructura caleidoscópica formada por distintas capas narrativas, por distintas voces, por distintos planos temporales y vidas truncadas. Por todo ello podemos decir que se trata de una novela plenamente cervantina, con personajes “de destino” (Sánchez Ferlosio dixit) y personajes de carácter.

Se abre con la visión de cadáver del Java, el trapero protagonista, muchos años después, en los años 60. A partir de ahí, se retoma el recuerdo del mundo perdido en la Barcelona de los años 40. Aparecen tres planos diferentes: el de los muchachos adolescentes, pobres, soñadores sin esperanzas; el de la burguesía franquista vencedora, y el de los anarquistas que pensaban derrotar a la dictadura.
Los muchachos fabulan, cuentan los aventis, historias de evasión de la realidad, de la miseria; a través de los cuales se planea la fuga al tedio y a la sordidez. A modo de realismo mágico, toda gran novela mantiene una relación con el misterio, con el enigma.

"Se juntó con el corro sentado en la acera y le hicieron sitio rápidamente, algunos frotándose las manos de impaciencia: cuenta, Sarnita. ¿Seguimos con la aventi de ayer o inventamos otra? Sigue: la chica sabía demasiado, corría peligro. Una cresta de hierba brota en la acera frente a la bragueta abierta de Luis.”

Parece que la palabra clave en la sesión de esta tarde es “sordidez”. Sordidez en las costumbres, en la moral, en la religión. Va iluminando una sociedad devastada, de viudas prostitutas para malvivir, de confidentes, de delatores. Java acepta dinero para recrear cuadros sexuales en el cuarto de un falangista. No ha conocido aun el amor y ya conoce la sordidez del sexo. Y a pesar de todo también está presente el humor (el episodio del baile con el obispo es una muestra de ello).
La derrota sin fin y sin remedio es lo que une a todos los personajes.

Hombres de hierro, forjados en tantas batallas, soñando como niños.

Buenas tardes.


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