Carlo Emilio Gadda, Quell merdé hurrible de Via Merulana

El arte de la novela, 3


Martes, 17 de mayo 2016

  Se trata de una novela policíaca de 1957, traducida por Juan Ramón Masóliver como El zafarrancho aquel de Vía Merulana, en Seix Barral. En 1959, Pietro Germi dirigió la adaptación al cine con el título de Un maldito embrollo, que se convirtió en un clásico del género policíaco del cine europeo.


El profesor de literatura Raffaele Pinto es el ponente de esta tarde. Abre su exposición con algunos de los rasgos de la novela policíaca, por ejemplo que lo más importante es el final, porque siempre esperamos descubrir quién es el asesino. Pero a continuación abre el arco a la novela como representación del mundo, de la realidad. Y es ahí donde el género policiaco introduce un elemento de ruptura de la coherencia, una violenta transgresión.

   La formación técnica de Gadda (se formó como ingeniero obligado por su madre) le ofrece una manera de ver el mundo asentada en la ciencia. Espera entender la realidad pero fracasa ante la evidencia de la resistencia del mundo a dejarse comprender.

  La novela termina sin final, no sabemos quién es el asesino, quién ha cometido el crimen. El protagonista dice saberlo pero el lector no es informado. Señala Pinto que este es el elemento más evidente de la imposibilidad de interpretar, de narrar el mundo. La investigación que se lleva a cabo en la novela sobre tal imposibilidad se articula por el lenguaje; o mejor, por la experimentación del lenguaje. De ahí, la gran dificultad para comprender esta novela. Plantea una trama muy difícil de seguir por las continuas digresiones. Se produce una constante explosión de los elementos lingüísticos: palabras llenas de resonancias culturales y rasgos dialectales. Cada uno de los personajes mezcla registros del italiano y dialecto y reflexionan (monólogo interior) pasando de un registro a otro y a los dialectos. El registro de estilo destacado por encima de otros es el de la comicidad.

Carlo Emilio Gadda trató toda su vida de representar el mundo como un enredo o una maraña o un ovillo, de representarlo sin atenuar en absoluto su inextricable complejidad, o mejor dicho, la presencia simultánea de los elementos más heterogéneos que concurren a determinar cualquier acontecimiento. 

Italo Calvino, Seis propuestas para el próximo milenio.

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