Don Juan, de Lord Byron
Miércoles, 18 de
noviembre.
Se me está pasando el
mes de noviembre, uno de los dos más tristes para desaparecer. Se me está
pasando como pasa un soplo de los vientos. Hoy llego temprano a esta ponencia,
pero llego muy cansada, tras horas estériles de trabajo, comida de trabajo,
reuniones de trabajo. He venido como quien busca una isla en la que abstraerse
de lo real. “Lord Byron y el gran público” es el título de la sesión romántica
de hoy. Tengo que acordarme de pasar estas notas, de leer todo lo que se
nombra.
¡Pobres
Juan y Haidée! Eran tan gráciles
Así comienza la estrofa
193 del Canto II del Don Juan de Lord
Byron (1788-1824). Me detengo en las siguientes. Ya nadie lee a Byron, ya nadie
recuerda un solo verso suyo, a pesar de haber sido un fenómeno social, la
primera voz poética popular. Fue adorado en toda Europa y un verdadero mito
para el público de su tiempo. A finales del siglo XVIII crece el interés por
parte del público por la intimidad de las élites. Y es que el Romanticismo crea
la categoría del autor. Fue Goethe quien adquirió el prestigio de autor por
encima de su obra. Así, tanto él como Lord Byron son más conocidos por su
nombre que por su obra.
Andreu Jaume nos apunta
que Don Juan fue la obra maestra de
Lord Byron. Que condensa toda su trayectoria literaria. En ella logra disimular
sus defectos y ensalzar sus virtudes. Es un poema narrativo lleno de vida, de
vibración, de insolencia… Que se apropia del mito sexual por excelencia y lo
transforma en una máscara para comentar asuntos políticos.Y al fin lee unas
estrofas traducidas por Pedro Ugalde:
Y él descansa
tranquilo. Es amado,
Comparte lo que la vida
nos regala
Inerte, gentil, inmóvil
y sereno,
Inconsciente de la
dicha que depara.
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