La habitación de Nona. Cristina Fernández Cubas




Cristina Fernández Cubas

La habitación de Nona
Tusquets Editores.
Colección Andanzas, volumen 855
Barcelona, 1ª edición: abril de 2015





La cita de Albert Einstein que abre el nuevo libro de cuentos de Cristina Fernández Cubas apunta:
 La realidad es simplemente una ilusión, aunque muy persistente.

Parece un aviso a navegantes de lo que vamos a experimentar, porque la autora nos presenta una colección de cuentos para el asombro y el desasosiego.

A los lectores de Mi hermana Elba y Los altillos de Brumal nos han resultado muy familiares los seis cuentos que componen La habitación de Nona. Si bien comparto la opinión de la crítica sobre la calidad irregular de las historias, todo el conjunto transmite cierta atmósfera común que a veces va más allá del estilo. Consigue tender lazos entre los personajes, las narradoras o los ambientes. Y de nuevo, los límites difusos, la inclusión del elemento fantástico en la normalidad de lo cotidiano.

En un verdadero ejercicio de estilo, Cristina Fernández Cubas nos lleva a preguntarnos cómo lo ha logrado, dónde y en qué momento de la lectura ha tramado este desconcierto, qué piezas ha movido para provocar el misterio y la turbación. 

El cuento que da título al volumen, “La habitación de Nona”, está narrado por una niña que, como en otros cuentos de la autora, se nos presenta en el desamparo emocional y nos advierte ya en las primeras páginas que “nuestras engañosas memorias están llenas de falsos recuerdos”. Lo que empieza como una historia pueril de celos y envidia entre hermanas (que lleva a simpatizar con la narradora por la inercia de la voz que nos arrastra), sorprende al final, con un giro magistral, que nos revela la fuerza de la imaginación para construir identidades.

En dos de los cuentos, “Interno con figura” y “La nueva vida” se identifican autora y narradora, y a su vez uno de los personajes protagonistas. El primero construye la trama a partir de una écfrasis  (descripción literaria de un objeto de arte) del cuadro que ilustra la cubierta del libro, Interno con figura, de Adriano Cecioni. 

Atentos a la lectura, nos intriga cierta graduación para describir la posición de la niña dentro del cuadro: arrodillada,... en cuclillas, ...agazapada,... escondida, como si tuviera miedo. 
Ya está, ya lo ha hecho. 
La autora despliega un juego metaliterario entre la figura del cuadro y una niña que entre un grupo de escolares que visita la exposición, lo mira de manera inquietante y ofrece una interpretación del cuadro muy turbadora. Pintura y realidad, historias cotidianas en dimensión paralela. Escritora y personaje mirándose más allá de las coordenadas del tiempo y del espacio. Lo ha vuelto a conseguir.

En “La nueva vida”,  la propia autora es además personaje y narradora. Pero aquí no aparecen niñas. No hay menores desamparados. Narra el reencuentro con alguien del pasado en un paseo solitario por Madrid, alguien desaparecido tiempo atrás. Lo ve y lo convierte en realidad, una realidad ilusoria “aunque muy persistente”, como afirmaría el propio Albert Einstein.

Otros ángulos de la realidad son siempre posibles.

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