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Mostrando entradas de junio, 2013

El principio del placer

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Ediciones ERA. ISBN: 9789684114104 José Emilio Pacheco (México, 1939) El principio del placer José Emilio Pacheco, escritor mexicano de la "Generación de los años cincuenta". "No lo van a creer, dirán que soy un tonto, pero de chico mis ilusiones eran volar, hacerme invisible y ver películas en mi casa". Este es el inicio de "El principio del placer", considerado uno de los mejores cuentos de la literatura. El título tiene que ver con lo literal y también con el concepto de Freud del principio del placer como concepto relacionado con el deseo. Narra la historia de amor entre el protagonista adolescente y Ana Luisa. Un narrador que no es un escritor, sino un adolescente con facilidad para la composición. Pacheco busca recuperar la inocencia de la forma. Así, leemos como leemos a Onetti, todos los narradores escriben igual, aquí Pacheco se plantea el libro como un taller literario. Es una historia de mascaradas, el propio padre es g

Historias del Evelyne I

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En la trastienda del colmado se montaba un garito con una mesa a la que cada jugador se traía su propia silla. Era donde las partidas se vivían con mayor tensión. Mi padre ha sido siempre un buen jugador de cartas. Las timbas se alargaban hasta la madrugada y yo llegué a ver más de una noche las navajas abiertas sobre fardos de billetes arrugados. Una noche hasta se jugaron a la mujer propia, la de uno, el que la tenía. Mi padre se llevó a la cama a la Elvira, la mujer de su amigo, el Pipo. Ella, sin rechistar, había sacado a su marido de muchas deudas del juego,   y corría la voz de que incluso disfrutaba con el pago. Cada vez que la Elvira lo veía, le recordaba siempre a papá que ya nada le debía su marido.   Me aficioné a leer cosas de náutica y poco a poco lo iba aprendiendo casi todo sobre el mar. A los veinte años conseguí el título de patrón de pesca. Luego, en el patrullero donde serví a la patria hice de todo, fui distinguido en maniobra, timonel, jefe de puente y me

HISTORIAS DEL EVELYNE I

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Mi padre, Carlos Santos Martí, el Litus, por aquel entonces   mandaba el barco Mercedes , el primero que tuvo en propiedad el señor marqués. Al ver que mi salud era cada día más precaria, papá pudo hablar con el administrador y rogarle que llamara a un médico para que me visitara y fue este doctor quien me recomendó la vida de marino. De esta manera pude entrar en la barca que mi padre mandaba y con la que malvivía de las propinas y vendiendo por las calles del barrio lo que se pescaba de hurtadillo. Así, a los 13 años estaba yo con pantalones cortos metido en una enorme barca de pesca, mareado y oliendo a tripas de pescado. Recuerdo cuando al enfilar la bocana del antiguo puerto de la Barceloneta ya soñaba con gobernar un barco grande y hacerme a la mar en un mercante o algo así. La vida entonces era muy dura para nosotros. Mi padre apenas podía encargarse de mí. Cuando el mal tiempo no permitía que saliéramos a pescar, me llevaba con él a recorrer los antros del barrio, con e

Ana María Matute

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ANA MARÍA MATUTE (1925-2014) Aparece en una enorme silla de ruedas, se diría que le queda grande para tan delicados ochenta y muchos años. La vida se le ha adelgazado pero el flamante premio Cervantes otorga un halo de elegancia a su frágil estructura ósea. Avanza entre la gente con su mirada infantil de asombro. Todo está preparado en la sala de columnas donde tendrá lugar el acto: los focos, las sillas, el agua y el público, ávido de historias y de sosiego. Ella cruza sus manos sobre el regazo mientras le ponen el micrófono y cierra los ojos en un gesto decoroso y colaborador. Su cuerpo menudo es ahora el centro de todas las miradas. En la cara de Ana María los surcos dibujan, a modo de cartografía de la experiencia, los órganos de los sentidos. Los ojos son de agua, grandes, casi se desbordan de los pliegues que los abrigan. La mirada tiene chispa, como un resplandor (ese que además es su palabra favorita). Dice que hay personas que lo tienen y otras no. No ha